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REFRANES DEL QUIJOTE

«Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro».

«Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas,...»

Cervantes Saavedra, Miguel. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha I, Capítulo XXI, página 272. RBA Editores. Barcelona 1994


Don Quijote aconseja a Sancho Panza:

- También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; que puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.
- Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho-; porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros; pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo; que en casa llena presto se guisa la cena; y quien destaja no baraja; y a buen salvo está el que repica; y el dar y tener, seso ha menester.
- ¡Eso sí, Sancho! -dijo don Quijote-. ¡Encaja, ensarta, enhila refranes; que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre y yo trómpogelas!. Estoyte diciendo que excuses refranes y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando, como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar y ensartar refranes a troche y moche, hace la plática desmayada y baja.

Cervantes Saavedra, Miguel. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha II, Capítulo XLIII, página 938. RBA Editores. Barcelona 1994.


- No más refranes, Sancho -dijo Don Quijote-, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a entender tu pensamiento; y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo de refranes y que te vayas a la mano en decirlos; pero paréceme que es predicar en desierto, y «castígame mi madre y yo trómpogelas».
- Paréceme -respondió Sancho- que vuesa merced es como lo que dicen: «Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá ojinegra». Estáme reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos.
- Mira, Sancho- respondió Don Quijote-: yo traigo los refranes a propósito y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tráeslos tú tan por los cabellos, que los arrastras y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios; y el refrán que no viene a propósito antes es disparate que sentencia.

Cervantes Saavedra, Miguel. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha II, Capítulo LXVII, páginas 1123-4. RBA Editores. Barcelona 1994.


Algunos refranes y sentencias extraídos de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha»:

A buen salvo está el que repica.
A dineros, pagados, brazos quebrados.
A Dios rogando y con el mazo dando.
Al buen entendedor pocas palabras.
Al buen pagador no le duelen prendas.
Ándame yo caliente y ríase la gente.
A quien Dios quiere bien, la casa le sabe.
Boca sin muelas es como molino sin piedra.
Buen corazón quebranta mala ventura.
Buen servicio, mal galardón.
Cada uno es artífice de su ventura.
Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
Cortesías engendran cortesías.
Cuando a Roma fueres, haz como vieres.
Cuando Dios amanece, para todos amanece.
Cuesta poco prometer lo que jamás piensan ni pueden cumplir.
Dádivas quebrantan peñas.
Dar tiempo al tiempo que no se ganó Zamora en una hora.
Del dicho al hecho hay gran trecho.
Del hombre arraigado no te verás vengado.
Dios ayuda al que mucho madruga.
Donde menos se piensa se levanta la liebre.
El dar y el tener seso ha menester.
El hombre pone y Dios dispone.
El piadoso cielo socorre en las mayores necesidades.
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.
El que no madruga con el Sol no goza del día.
El que ve la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo.
El tiempo descubridor de todas las cosas.
En casa llena presto se guisa la cena.
Enfrenta la lengua; considera y rumia las palabras antes de que salgan de la boca.
En mucho más se ha de estimar un diente que un diamante.
Entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares.
Ese te quiere bien que te hace llorar.
Es ligero el tiempo y no hay barranca que lo detenga.
Hoy por ti, y mañana por mi.
Júntate a los buenos y serás uno de ellos.
La codicia rompe el saco.
La culpa del asno no se ha de echar a la albarda.
La diligencia es madre de la buena ventura; y la pereza, su contraria.

La prolijidad suele engendrar el fastidio.
Las gracias y los donaires no asientan sobre ingenios torpes.
Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones.
Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo.
Más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.
Más vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga.
Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.
Más vale salto de mata que ruego de hombres buenos.
Más vale una «toma» que dos «te daré».
Mejor no menear el arroz aunque se pegue.
Nadie diga «de esta agua no beberé».
No es oro todo lo que reluce.
No hemos conocido el bien hasta que lo hemos perdido.
Ojos que no ven, corazón que no quiebra.
Por el hilo se saca el ovillo.
Para todo hay remedio, si no es para la muerte.
Promesas de enamorados son ligeras de prometer y muy pesadas de cumplir.
Querer atar las lenguas de los maldicientes es lo mismo que querer poner puertas al campo.
Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija.
Quien busca peligro perece en él.
Quien destaja no baraja.
Quitada la causa se quita el pecado.
Se templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.
Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro.
Suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias.
Tanto se pierde por carta de más como por carta de menos.
Tanto vales cuánto tienes.
Todo mal nace de la ociosidad, cuyo remedio es la ocupación honesta y continua.
Todos los duelos con pan son menos.
Todos los gatos son pardos.
Tripas llevan pies, que no pies a tripas.
Tripas llevan pies, que no pies a las tripas.
Un abismo llama a otro y un pecado a otro pecado.
Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza.
Vendrán por lana y saldrán trasquilados.
Vendrán por lana y volverán trasquilados.



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